La Historia de Casa García

La Historia de Casa García.

Por Rodrigo Becerra Rodríguez

Hace más de un siglo, en el corazón del Centro Histórico de Mazatlán, se alzaba majestuosa una casona de estilo colonial francés que aún hoy se mantiene como testigo del tiempo. Este impresionante edificio, cuyos cimientos fueron puestos en 1876 por un banquero suizo propietario del Banco de Occidente, es mucho más que un simple restaurante conocido como El Presidio; es el lugar que vio nacer a mi familia materna y conserva las huellas de generaciones pasadas.

Luego del regreso del banquero suizo a Europa, la mansión cambió de dueño y pasó a ser propiedad de mi bisabuelo Genaro García, quien en ese momento era presidente del Banco de Occidente. Con él, mi bisabuela Domitila Casal, mi tío abuelo Genaro, mi tía abuela Nena y mi abuela Natalia formaron una familia que vivía en el piso alto de la mansión, mientras que la planta baja estaba alquilada a comercios locales. Este mágico lugar fue testigo de la crianza de mi madre y su hermana, quienes disfrutaron su infancia en el jardín y tenían acceso exclusivo al patio central desde el piso superior, mientras que los espacios comerciales solo daban a la calle.

Pasó el tiempo y mi tío Genaro y mi abuela formaron sus propias familias, dejando atrás la mansión. Sin embargo, mi tía Nena, quien nunca se casó, decidió quedarse en el lugar, convirtiéndose en guardiana de esta joya histórica. Recuerdo cuando mi madre nos llevaba a visitar a mi tía Nena, quien bajaba una llave en una caja atada a una cuerda cuando tocábamos el timbre. Los juegos en el gran pasillo con las machinas, triciclos de la época, y las conversaciones en mecedoras entre mi madre y mi tía Nena son recuerdos preciados.

Sin embargo, en 1980 falleció mi tía Nena y Casa García cerró sus puertas durante casi tres décadas, cayendo en un deplorable estado de deterioro. La maleza se apoderó de todos los rincones y muchos techos se derrumbaron. Se convirtió en hogar de mapaches e incluso de una serpiente de más de 3 metros de largo. Pero en 2008, mi madre tomó la valiente decisión de rescatar esta reliquia familiar y se embarcó en un riguroso proceso de restauración que finalmente dio vida a lo que todos conocemos hoy como El Presidio.

La intención detrás de la remodelación arquitectónica fue resaltar aquello que el tiempo había tardado tanto en crear. Las raíces que penetraron a través de las paredes, los árboles que surgieron en los rincones más inesperados y las tonalidades de colores incrustadas en techos y paredes dieron lugar a un diseño que ningún humano podría haber igualado. Nuestra tarea fue crear espacios que nos permitieran apreciar la poesía de la naturaleza y el paso del tiempo.

Casa García fue testigo de uno de los momentos más especiales de mi vida cuando celebré mi boda en noviembre de 2010. Este fue el primer evento desde la renovación. Pero su historia va más allá, con leyendas de que Pancho Villa y sus tropas llegaron durante la Revolución en 1913 y encontraron un lugar para reponer agua en su pozo del patio.

Además, Casa García guarda un misterio que ha intrigado a mucha gente a lo largo de los años: la aparición de una niña vestida con ropa de época en sus pasillos. Mi madre cree firmemente que podría ser la presencia de mi tía Nena. Incluso hay una clara imagen capturada en una selfie tomada en el baño de mujeres que parece confirmar esta enigmática presencia que parece velar por siempre sobre nuestra querida Casa García.